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Paisajes del Agua: Refugio Elorrieta de Sierra Nevada, ¿Conservarlo o Derribarlo?

Paisajes del Agua: Refugio Elorrieta de Sierra Nevada, ¿Conservarlo o Derribarlo?

Muy buenas! Hoy volvemos a repostear desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo,  Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un refugio insigne pero en horas bajas de Sierra Nevada, el Refugio de Elorrieta. Para muchos una insignia del montañismo, para otros una huella del pasado…esta joya merece un tratamiento especial y buscar una solución cuanto antes a su deteriorado estado. Espero que os guste!

 REFUGIO ELORRIETA DE SIERRA NEVADA, ¿CONSERVARLO O DERRIBARLO?

 Antonio Castillo
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Refugio Elorrieta sobre los años 30 (foto de José Almagro San Martín. Archivo de Antonio Castillo Rodríguez)

 Paisajes del Agua sigue la filosofía que defiende que los territorios sin sus hombres y mujeres son sólo bellas postales sin alma. Por eso está a favor de los paisajes culturales (la inmensa mayoría) siempre que la huella del hombre se halle integrada en la naturaleza. Por supuesto, también aprecia los paisajes inmaculados y salvajes, allí donde se encuentren

Traigo a este post un antiguo tema, como es el del lamentable estado delrefugio Elorrieta, si bien la novedad es la repercusión mediática que las redes sociales están jugando ahora en todo ello, cuyo desenlace podría (y debería) precipitarse. Desde hace bastante tiempo subyace un debate larvado entre refugio Elorrieta si o no. Mientras tanto, el refugio agoniza sin mantenimiento alguno, de forma que su ruina y vandalismo es ya tan evidente que provoca sentimientos de vergüenza (ver “Elorrieta, el refugio triste”), una situación en la que el Parque Nacional de Sierra Nevada debe implicarse cuanto antes.

En esta ocasión ha sido Acción Sierra Nevada, una plataforma independiente para la mejora y conservación de la montaña, la que viene lanzando desde que se creó, hace unos tres años, la señal de alarma. Esa asociación propone rehabilitarlo, para lo que impulsa una campaña informativa de apoyo y de recogida de firmas. La respuesta social ha sido un éxito, de forma que en poco más de un mes meses ya han firmado cerca de  8.750 personas (si todavía no lo ha hecho y lo desea, está a tiempo pinchando aquí). Del mismo modo, se ha conseguido, a través de micro mecenazgo, ayuda económica para acometer lo más perentorio, la impermeabilización de cubiertas y el cerramiento de exteriores, ya que estructuralmente el refugio se encuentra en aceptable estado y no hay peligro para las personas (todavía) por posibles derrumbes.

Nuevamente me quedo muy sorprendido por el trasfondo que siempre consigue Antonio. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importan los bosques y el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!

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Paisajes del Agua: El ‘Bosque Protector’ del Marquesado del Zenete y el agua

Paisajes del Agua: El ‘Bosque Protector’ del Marquesado del Zenete y el agua

Muy buenas! Hoy volvemos a repostear desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo,  Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un dia que hemos celebrado recientemente, el Día Mundial del Bosque! Antonio nos trae algunas reflexiones sobre el ‘bosque protector’ del Marquesado del Zenete. Espero que os guste!

EL “BOSQUE PROTECTOR” DEL MARQUESADO DEL ZENETE Y EL AGUA

 Antonio Castillo
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Hoy 21 de marzo se conmemora el Día Forestal Mundial, lo que viene ocurriendo desde 1971, a instancia de los Estados miembros de la FAO. Cómo es bien sabido, la relación entre aguas y bosques, y viceversa, es existencial, vegetación de muy diverso tipo que brota irremisiblemente allí donde el agua hidrata y fecunda la Tierra. Así pues, los bosques, en sentido amplio, estarán siempre presentes en este blog, como parte indisociable de los paisajes del agua. Para la ocasión, he querido rendir homenaje a los forestales españoles a través de un capítulo de la serie “El Bosque Protector” de la 2 de RTVE. Con ello, brindo también admiración a la línea editorial de divulgación de la Naturaleza que caracteriza a esa televisión pública.

Pues bien, dentro de esa recomendable serie (que puede ser vista “a la carta”), dirigida por el catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid Luis García Esteban, he recuperado el capítulo titulado El bosque protector: el Marquesado del Zenete,  emitido el día 11 de enero de 2014. Se trató de un capítulo que me resultó muy cercano por motivos familiares y profesionales, al tiempo que, a mi juicio, reúne elementos muy representativos de lo que ocurrió durante el siglo pasado con los esquilmados montes españoles y la política forestal.

En general, la sociedad conoce poco o, lo que es peor, está mal informada y llena de prejuicios acerca de la inmensa labor que brindaron al país los servicios forestales durante el siglo XX. En concreto, en el Marquesado del Zenete, una comarca granadina de la falda septentrional de Sierra Nevada, se pasó de unas laderas desnudas a mediados del siglo XX, con importantes tasas de arroyamiento en suelos de ínfima calidad, a una cubierta verde de pinos silvestres, pinaster, laricios y carrascos (según cotas y lugares), que hoy alcanza 20.000 hectáreas. Estos bosques de repoblación forman parte actualmente de los parques Natural y Nacional de Sierra Nevada.

Desde niño me crié oliendo a resina y viendo a los pinos crecer, por lo que no soy imparcial en este tema. Vaya por delante, pues, mi admiración hacia las abnegadas gentes que trabajaron en “los pinos” a la largo y ancho de aquella España pobre y atrasada (en el documental hay imágenes al respecto que a buen seguro sorprenderán).

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Un momento de la entrevista entre el director del programa, el catedrático Luis García Esteban, a la derecha, y el ingeniero Andrés Castillo, a la izquierda (captura de pantalla de RTVE-2)

 

 

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En este fotomontaje del ayer (1955) y el hoy (2013) se aprecia cómo se ha corregido la incisión fluvial y la denudación del suelo a través de una repoblación que no actuó sobre hazas de cultivo y los pocos chaparrales relictos existentes en la época (captura de pantalla de RTVE-2)

 

No es momento de repetir aquí argumentos a favor y en contra de las repoblaciones forestales, o de las cosas que se hicieron bien o mal. Al respecto, les invito a que vean el documental citado (youtube). Son 24 minutos en los que, a través de un guión bastante completo, se pasa revista a muchas de las cuestiones que contextualizan aquellos trabajos de repoblación realizados en el Marquesado (a partir de 1955). Sé que en España hubo repoblaciones forestales desafortunadas, y corrientes de opinión que defienden que los montes deben dejarse a su libre ser para su regeneración natural. Pero eso que ahora puede ser viable (y también discutible), en las condiciones de esquilmación y degradación de los montes y suelos de antaño era misión imposible. Conviene, pues, no caer en el error del “presentismo” cuando se hacen análisis históricos de estos temas, juzgando con las circunstancias actuales lo que se hizo en épocas pasadas bajo condiciones e intereses muy diferentes.

Lo que si quiero hablar algo es de las consecuencias que este bosque de repoblación ha ejercido sobre el agua. En este territorio del sureste español que hace frontera con la provincia de Almería, tenemos enormes extensiones de terrenos abarrancados y desnudos (tierras malas o bad lands) afectados por una desertización feroz desde hace décadas. En ellos, y especialmente si no son acuíferos, el agua de precipitación “no para”, provocando arroyamientos generalizados, de forma que las aguas aparte de erosionar los suelos, solo pueden ser retenidas y aprovechadas por embalses, sometidos además a elevados niveles de colmatación. Es verdad que esos paisajes desolados y áridos también tienen valor y encanto, y una vida que ha sabido adaptarse, que es singular o exclusiva y diversa.

En el lado opuesto, los bosques (naturales o de repoblación) retienen bien los suelos y las aguas, favoreciendo la regulación hídrica, con mayores tasas de infiltración, en detrimento de escorrentía superficial. De este modo, la cubierta vegetal cambia radicalmente las partidas cuantitativas del balance de agua y la exposición de estas en el ambiente, dando lugar a paisajes, con vegetación y fauna asociadas, completamente diferentes a los anteriores. En general, los bosques son zonas de refugio y de sombras, enclaves donde se respira frescor y en los que el agua se deja entrever con frecuencia en arroyos y barrancos. Ya se dice en el reportaje, “hoy día un pino vale más por su sombra (y por el ecosistema generado a su amparo) que por su madera”, una muestra más de lo mucho que han cambiado las cosas en el último medio siglo, sin retroceder más en el tiempo, cuando entonces los objetivos que primaban en la política forestal era la corrección hidrológica y la producción de madera.

Pero como suele ocurrir con todos los extremos, unos bosques de repoblación sin tratamientos selvícolas (sin entresacas, ni trabajos de naturalización) se convierten en verdaderos semilleros de pinos que literalmente chocan entre sí. La competencia entre árboles es feroz, las plagas se desbocan, la luz no llega al suelo y la diversidad animal y vegetal se empobrece, aparte de los altos riesgos de incendios que tales acumulaciones de combustible conllevan. Y, además, la que era una baza positiva de los bosques, como era la mayor provisión de aguas reguladas y de calidad, se ve comprometida al detraerse en época vegetativa importantes cantidades por efecto de la evapotranspiración, lo que llega a provocar el secado de fuentes someras y de cabeceras de arroyos.

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Es necesario hacer tratamientos selvícolas de estas apretadas masas de pinar del Marquesado del Zenete

 

 

Así pues, es necesario hacer tratamientos selvícolas periódicos del conjunto de estos bosques, porque, sino, la situación irá cada vez a peor, de forma que el aumento en densidad y extensión de la cubierta forestal convertirá el manejo de los bosques en algo irrealizable por su envergadura. El argumento principal aducido es que estos tratamientos no son rentables (vale más el trabajo de corta y arrastre que la madera), pero ese análisis, exclusivamente economicista, no tiene en cuenta el valor (no el precio) de los bosques (escasos en el sureste español y en Sierra Nevada), suministradores de multitud de bienes y servicios, aparte de los jornales que estos trabajos selvícolas siempre generaron en las deprimidas áreas rurales de montaña.

Ya lo dijo la FAO para justificar la celebración del Día Forestal Mundial: “Es importante para esta fecha destacar que todos los tipos de bosques proveen a los pueblos del mundo de bienes y servicios esenciales, sociales, económicos y ambientales, además de contribuir a la seguridad alimentaria, agua y aire limpios, y a la protección del suelo. Su manejo es fundamental para lograr un desarrollo sostenible”.

 

Para saber más sobre este tema puede leerse: La repoblación forestal del Marquesado, de Antonio Iglesias, en Sierra Nevada (Manuel Ferrer, 1971)

Nuevamente me quedo muy sorprendido por el trasfondo que siempre consigue Antonio. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importan los bosques y el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!

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Paisajes del Agua: Deifontes, la fuente de los dioses

Paisajes del Agua: Deifontes, la fuente de los dioses

Muy buenas! Hoy es miércoles y como cada miércoles reposteamos desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo,  Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un tema muy interesante de una tierra y un agua sufrida, Deifontes. Espero que os guste!

DEIFONTES, LA FUENTE DE LOS DIOSES

 Antonio Castillo

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“De la tierra brota un auténtico río de aguas cristalinas”, es la Deus Fons (la fuente de los Dioses) de los antiguos romanos

 

El catálogo “Conoce tus Fuentes“, la Web de los manantiales de Andalucía(www.conocetusfuentes.com), contiene a fecha de hoy 9.183 entradas. De todos esos manantiales catalogados, apenas el 0,6 % (59 puntos) superan un “caudal alto”, establecido en más de 100 l/s, y de ellos se pueden contar con los dedos de las manos los que sobrepasan los 1.000 l/s en toda Andalucía, que recordemos es un extenso territorio de cerca de 90.000 km2.

Pues bien, Deifontes (Granada) es uno de esos manantiales excepcionalmente caudalosos, una anomalía hidrogeológica que muy rara vez la naturaleza nos brinda en respuesta al drenaje de extensas sierras kársticas, como es el caso de Sierra Arana, con 100 km2 de afloramientos permeables. En sus “buenos años mozos” (hasta la década de los 60 del siglo pasado), sin apenas competencia de pozos y sondeos, rondaba los 1.200 l/s de caudal medio (hoy apenas llega a los 600 l/s). Por esa razón, a nadie extraña que el frondoso y vivificante paraje de Deifontes fuera enclave privilegiado de las diferentes civilizaciones que pasaron por la región, que vieron en sus abundantes y cristalinas aguas, no solo una oportunidad de riqueza y vida cómoda, sino, también, la manifestación y protección de los dioses, que hacían manar milagrosamente auténticos ríos de la tierra, incluso cuando no llovía. En las proximidades se conservan vestigios neolíticos, con abundantes restos íberos, romanos y árabes ligados al agua.

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Deus Fons (la fuente de los Dioses) llamaron los romanos al manantial, junto al que levantaron un templete de culto, al tiempo que se aplicaron en mejorar la captación de las aguas (la balsa del nacimiento es, como mínimo, del siglo II) y en conducirlas mediante un largo canal, para separarlas de las turbias del anexo río Cubillas. Su finalidad era abastecer, entre otras, a las ciudades de IIurco y Castella, junto a Sierra Elvira. Sobre el río Cubillas se aplicaron asimismo en la ejecución de varias presas en media luna para derivaciones y riegos, algunas de las cuales se han conservado hasta nuestros días. La construcción de esas presas, así como la del canal (hoy llamado de Deifontes o de Albolote), con varios soberbios acueductos, son fiel reflejo de la solvencia ingenieril de la época romana, más que probada en las numerosas infraestructuras hidráulicas que dejaron repartidas por la actual Hispania.

Con el paso del tiempo, Deifontes se convirtió en lugar de peregrinación, culto (ermita de San Isidro en época cristiana) y parada obligatoria en la posada del Nacimiento (la última data del siglo XVI, hoy en ruinas), al pie del agua y del Camino Real de Granada a Iznalloz y los Montes Orientales. Pero, sobre todo, Deifontes fue muy querido por las gentes como de lugar de recreo, fiestas, festejos, reuniones, procesiones, celebraciones, comidas, baños, pesca y, desde luego, meditación. La combinación de los nacimientos de aguas, de la acogedora y fresca arboleda (con enormes sauces, álamos, olmos, mimbres, plátanos, etc.) y de una palpitante vida fue siempre un potente imán para el hombre, que durante mucho tiempo tuvo como casi único medio de recreo pasar los festivos y domingos en el Nacimiento. Fue un “Olimpo del Agua” y uno de los “Paisajes del Agua” más sobresalientes de Andalucía (se vinculan dos vídeos sobre ello).

Recorriendo hoy el lugar, descubrimos algunos de los profundos cambios acaecidos en las últimas décadas. Llaman poderosamente la atención horribles restos de hierros, válvulas y tubos, testigos mudos de un episodio en el que se pretendió regular directamente el manantial mediante varios sondeos, sin decoro, ni disimulo alguno hacia un recinto tan especial y bello. Estos restos oxidados se han convertido, sin quererlo, en un soberbio monumento a la insensatez e insensibilidad humanas hacia el agua, que nos recuerdan que aquella batalla la ganó (en 1982) la ciudadanía, haciendo buena, una vez más, esa máxima a la que tanta fe le tenemos en “Conoce tus Fuentes”, que dice: “Conocer para amar/ amar para conservar”. De todas formas, que nadie se llame a engaño, las aguas le vienen siendo detraídas al manantial a mayor distancia mediante sondeos, como por otra parte es lógico dentro de las prácticas de regulación habituales de los sistemas acuíferos. Las fotos de época y los datos de los hidrogramas de la década de los 60 del siglo pasado indican claramente que las aguas ya no brotan con la fuerza, ni con el caudal de antaño. Tampoco habitan ya aquellas pozas los cangrejos autóctonos, que hacían las delicias de las cocinas del pueblo. Pero lo más llamativo es el acondicionamiento como parque del recinto y su vallado. No sé, veo loable el esfuerzo realizado, pero no me agrada ese cerramiento completo, que coarta el libre acceso hacia un espacio que siempre fue del Pueblo. Ya sé que se hizo con la mejor de las voluntades, con la finalidad de frenar (¡qué difícil!) esa plaga tan extendida hoy día que es el vandalismo, la suciedad y la falta del más mínimo respeto por el entorno. Una pena y una paradoja que la ciudadanía ganara la batalla al bombeo del manantial en los años 80, y ahora, en pleno siglo XXI,  se haya visto obligada a doblar las rodillas ante la ignominia del vandalismo y la incultura (¿vamos hacia atrás?).

Pero la fuerza de la naturaleza sigue siendo magnífica. Aún hay cosas que permanecen inmutables. Todavía brotan musicales las aguas procedentes de la infiltración de las lluvias y de las nieves, esas que encanecen en los inviernos la cadena montañosa de Sierra Arana. Nacimientos que siguen, como hace milenios, dando lugar a un oasis de agua, de vida y de frescor. Al pasear por este olimpo de los dioses, que ha sido solaz y admiración de los hombres de todos los tiempos, entre la alegre melodía del agua y el dulce canto de los pájaros que habitan en la ribera del agua, me recorre el cuerpo un escalofrío, la sensación de estar ante un sitio privilegiado, único y mágico (¿será cosa de los dioses?).

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Me despido de ese remanso de agua y paz (hoy miércoles no había nadie) con el deseo de que sepamos seguir apreciando y conservando estas excepcionales identidades físicas (y espirituales) del agua para asombro y disfrute de las generaciones venideras.

Nuevamente me quedo muy sorprendido por el trasfondo que siempre consigue Antonio. A parte de las problemáticas, es bueno pararse a pensar cómo ocurren y la importancia que le damos a las cosas. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importa el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!

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Paisajes del Agua: Réquiem por un humilde pinar

Paisajes del Agua: Réquiem por un humilde pinar

Muy buenas! Hoy es miércoles y como cada miércoles reposteamos desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo,  Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un tema muy reciente y de actualidad, el incendio de Cenes de la Vega. Hace poco CHG y Agnaden Granada empezaron la reforestación y recuperación. Espero que os guste!

RÉQUIEM POR UN HUMILDE PINAR

 Antonio Castillo
DESTACADA POST. réquiem humilde pinar

Incendio de Cenes

Detalle de parte del pinar quemado, en la margen izquierda del río Genil. Al fondo, las altas cumbres de Sierra Nevada (29 de agosto de 2014)

El verano es tiempo de ríos y de fuentes agostadas, y desgraciadamente también de incendios forestales. Parecía que nos íbamos a librar los granadinos este año, pero no. Me entristece este post, pero he creído oportuno incluirlo como póstumo homenaje al bosque quemado a las mismas puertas de Granada y cómo reflexión sobre la conservación de los espacios verdes periurbanos. Los paisajes del agua también son los de los bosques que la producen, la filtran y nos la ofrecen fresca y limpia. Ahí va pues esta triste historia.

Hace unos días que se quemó. Fue por otro incendio provocado por la mano del hombre (dicen que por una negligencia). Uno más en los alrededores de Cenes de la Vega. Pero, sobre todo, uno más en el cinturón de Granada.

Volcanes pavorosos de humo negro ascendían con rapidez cegando el sol y la localización del origen del fuego. ¡Por Dios!, ¿sería en la Alhambra? (nada más pensarlo sobrecoge el alma), ¿sería en el Llano de la Perdiz?, ¿sería en la Umbría del Generalife?, ¿sería…? No, ya no había muchas más posibilidades. Las demás se fueron reduciendo a ceniza con los años. Al final, se iba confirmando, lo que ardía era el pinar de la Loma del Genil, por frente a Cenes.

Conocía bien esa mancha verde, la había recorrido en numerosas ocasiones. Desde el mismo centro de Granada era una excursión accesible a pie. Bastaba con coger la popular “ruta del Colesterol”, junto al río Genil, para subir a la loma de los Rebites, crestear hasta el collado del Contadero (donde viene a juntarse el Camino de los Neveros) y bajar de nuevo a la vera del río por alguno de los cortafuegos (es un decir) de la loma del Cagil.

Era un humilde pinar de repoblación bastante naturalizado, pero sobre todo era un bosque superviviente, salpicado y acosado por el envite de fuegos anteriores, que había agarrado milagrosamente en suelos pobres entre cárcavas y profundas barranqueras. Era casi la única mancha verde que quedaba al alcance de la mano en ese transitado valle del Genil, la principal vía de escape de los paseantes granadinos, junto a la del valle del Darro.

PANORAMICA VIVA.a

PANORAMICA QUEMADA a

Antes y después del incendio. Fotos tomadas desde Cerro Terreras  (18 de marzo y 29 de agosto de 2014)

¡Pero oiga, tampoco es para ponerse así. Tan solo era un pinar de repoblación, que ni siquiera había sido merecedor de protección alguna!– habrán pensado seguramente algunas personas que no lo conocían. Efectivamente, en sus sombras y frescuras no se refugiaba ningún endemismo animal ni vegetal. Solo un animal muy común lo utilizaba permanentemente, el hombre. Su amable amparo era buscado por gentes de muy diverso pelaje: senderistas, excursionistas, domingueros, parejas, paseadores de perros, corredores, seteros, ciclistas, moteros (que, dicho sea de paso, lo mancillaban en sus pronunciadas veredas y cortafuegos). Esa era su fauna principal, amén de la que descansaba su vista en las copas de los pinos desde el frontero pueblo de Cenes. Por eso me ha dolido especialmente esa pérdida, porque somos muchos los que nos hemos quedado huérfanos de su agradable compañía. Porque ni nosotros ni nuestros hijos lo volverán a ver jamás. Porque a los montes de la ciudad se le ha dado un bocado más. Porque Granada ha perdido otra manchita verde de su maltratado extrarradio, cosido a puñaladas por los criminales incendios, que poco a poco van vistiendo sus lomas de desértico erial.

Los bosques periurbanos son muy valiosos como solaz y disfrute de la ciudadanía, que cada vez aprecia y demanda más esas zonas verdes junto a las ciudades. El Llano de la Perdiz, la Umbría del Generalife, la Alhambra y el Cerro de San Miguel son los pequeños reductos boscosos que todavía le quedan al entorno más próximo a la ciudad, ese al que todavía es posible llegar paseando desde cualquiera de sus calles.

Deberíamos llevar a cabo una valiente y generosa apuesta por esas masas arboladas que aún nos quedan. ¿Se puede hacer algo más por invertir esa dinámica de autodestrucción? La respuesta es rotundamente sí. Los profesionales saben bien lo que hay que hacer, sólo hace falta que los poderes públicos les den más medios (a la larga muy rentables) para el tratamiento de las masas arbóreas, con una mayor autoridad y disciplina ambiental, todo ello en la prevención. Aunque se haya actuado con eficacia en la extinción (siempre costosa) y evitado así males mayores, el fracaso y el despropósito económico (obligado, por supuesto) han sido inevitables. Y ahora toca sumar los gastos de una incierta recuperación ambiental de la zona. Otra vez hemos llegado tarde.

 

Nuevamente me quedo muy sorprendido por el trasfondo que siempre consigue Antonio. A parte de las problemáticas, es bueno pararse a pensar cómo ocurren y la importancia que le damos a las cosas. Cenes tiene el mismo valor que cualquier otra zona, pero nunca se le va a tratar igual. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importa el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!

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Paisajes del Agua: Criptohumedales, ¿Eso qué es?

Paisajes del Agua: Criptohumedales, ¿Eso qué es?

Muy buenas! Hoy es miércoles y como cada miércoles reposteamos desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo,  Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un tema que quizás os sorprenda: los criptohumedales. ¿Sabéis lo que son? Pues yo tampoco sabría explicaros bien…¿qué tal si aprendemos juntos?!Espero que os guste y pasaros por su web!

CRIPTOHUMEDALES, ¿ESO QUÉ ES?

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Antonio Castillo

Hoy 2 de febrero se conmemora el Día Mundial de los Humedales. Creo que no es necesario incidir (una vez más) en la importancia que estos espacios húmedos tienen, especialmente para la biodiversidad. No en balde, están considerados los ecosistemas más productivos del mundo, la mayoría catalogados como áreas protegidas. Pero cuando uno piensa en humedales, rápidamente acude a nuestra mente Doñana, las Tablas de Daimiel, la Albufera de Valencia, y tantos otros enclaves lagunares o encharcados como, afortunadamente, aún conserva la Península Ibérica, aunque es mucho y valioso lo que hemos perdido ya (un 60 % de la superficie en el siglo XX).

Pues bien, para conmemorar esta efemérides he querido traer aquí al débil, al callado, al desconocido criptohumedal. En un primer borrador, había titulado este pequeño artículo “Los criptohumedales, al agua escondida”, pero comentándolo con un compañero del café de media mañana (¡cuanto ingenio se activa con ese oloroso brebaje!) me dijo: ¿y eso que es? Y, efectivamente, caí en la cuenta que ese era el encabezado que necesitaba, porque para el común de los mortales los humedales son áreas inundadas o encharcadas, pero, ¿eso de criptohumedales, qué es?

Bueno, la raíz griega cripto, que significa oculto o escondido, ya nos aclara mucho. Por decirlo así, son un tipo de humedales en los que agua no llega habitualmente a aflorar en superficie (queda oculta, escondida), pero está allí, muy cerca, empapando la zona radicular de las plantas. Por esa razón, la manifestación más evidente del criptohumedal es la proliferación de vegetación freatofita, similar a la hidrófila de los humedales clásicos. Corresponden a esos manchones y ribazos de juncos, cañas, carrizos, tarajes, praderas turbosas, etc. que salpican por doquier nuestros campos, especialmente en navas, vaguadas, valles y barrancos. Lugares que desprenden humedad en los ardientes estíos y salpimentan nuestros paisajes, muchas veces entreverando extensos campos calmos y de cultivo. Eran las zonas encharcadizas de los antiguos labradores, que conocían bien porque a poco que lloviera en muchas de ellas se atascaban bestias y tractores. Por razón de ser consideradas áreas perdidas e improductivas para el cultivo y por la apetencia que para el hombre siempre tuvo esa agua tan a la mano, desde antaño han sido espacios muy vulnerables, bien por drenaje o por la extracción del agua freática que les daba vida (y también por el cambio del clima).

Ni que decir tiene que los criptohumedales son infinitamente más numerosos que los humedales tradicionales, con los que mantienen similitudes evidentes, no solo de vegetación como se ha comentado, sino también en cuanto a las funciones y beneficios ambientales que producen. Son biotopos que enriquecen y embellecen el paisaje y, sobre todo, son lugares de refugio y cría de especies de muy diversa condición (no solo acuáticas). En definitiva, son islas de humedad y de vida, especialmente apreciadas, como es de imaginar, en climas áridos y semiáridos.

Es verdad que los criptohumedales no son tan magníficos a la vista como los humedales, que son los que se llevan todas las medallas, las protecciones y las efemérides, pero su abundante y diseminada presencia en cualquier tipo de hábitat, desde los fríos de alta montaña a los cálidos de las planicies litorales, es vital para muchas especies animales y vegetales. Cuando nos tropecemos con ellos en cualquier excursión o salida al campo, ya sabremos lo que son. Cuidémoslos, lo pequeño también cuenta.

Nuevamente me quedo muy sorprendido. He de decir que conocía bien poco y qué mejor que aprender del mejor. Espero que os haya gustado y hayáis aprendido algo nuevo. Aprendemos cada día de un grande. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importa el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!

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