Saturday Video-GeA 28.02.15
SaturdayVideoGeA os trae hoy ‘Laguna del Padul‘ vía Pepe Vimasur:
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Muy buenas! Hoy es miércoles y como cada miércoles reposteamos desde la web de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo, Paisajes del Agua. Para hoy os traigo un nuevo post acerca de un tema muy interesante de una tierra y un agua sufrida, Deifontes. Espero que os guste!
Antonio Castillo
“De la tierra brota un auténtico río de aguas cristalinas”, es la Deus Fons (la fuente de los Dioses) de los antiguos romanos
El catálogo “Conoce tus Fuentes“, la Web de los manantiales de Andalucía(www.conocetusfuentes.com), contiene a fecha de hoy 9.183 entradas. De todos esos manantiales catalogados, apenas el 0,6 % (59 puntos) superan un “caudal alto”, establecido en más de 100 l/s, y de ellos se pueden contar con los dedos de las manos los que sobrepasan los 1.000 l/s en toda Andalucía, que recordemos es un extenso territorio de cerca de 90.000 km2.
Pues bien, Deifontes (Granada) es uno de esos manantiales excepcionalmente caudalosos, una anomalía hidrogeológica que muy rara vez la naturaleza nos brinda en respuesta al drenaje de extensas sierras kársticas, como es el caso de Sierra Arana, con 100 km2 de afloramientos permeables. En sus “buenos años mozos” (hasta la década de los 60 del siglo pasado), sin apenas competencia de pozos y sondeos, rondaba los 1.200 l/s de caudal medio (hoy apenas llega a los 600 l/s). Por esa razón, a nadie extraña que el frondoso y vivificante paraje de Deifontes fuera enclave privilegiado de las diferentes civilizaciones que pasaron por la región, que vieron en sus abundantes y cristalinas aguas, no solo una oportunidad de riqueza y vida cómoda, sino, también, la manifestación y protección de los dioses, que hacían manar milagrosamente auténticos ríos de la tierra, incluso cuando no llovía. En las proximidades se conservan vestigios neolíticos, con abundantes restos íberos, romanos y árabes ligados al agua.
Deus Fons (la fuente de los Dioses) llamaron los romanos al manantial, junto al que levantaron un templete de culto, al tiempo que se aplicaron en mejorar la captación de las aguas (la balsa del nacimiento es, como mínimo, del siglo II) y en conducirlas mediante un largo canal, para separarlas de las turbias del anexo río Cubillas. Su finalidad era abastecer, entre otras, a las ciudades de IIurco y Castella, junto a Sierra Elvira. Sobre el río Cubillas se aplicaron asimismo en la ejecución de varias presas en media luna para derivaciones y riegos, algunas de las cuales se han conservado hasta nuestros días. La construcción de esas presas, así como la del canal (hoy llamado de Deifontes o de Albolote), con varios soberbios acueductos, son fiel reflejo de la solvencia ingenieril de la época romana, más que probada en las numerosas infraestructuras hidráulicas que dejaron repartidas por la actual Hispania.
Con el paso del tiempo, Deifontes se convirtió en lugar de peregrinación, culto (ermita de San Isidro en época cristiana) y parada obligatoria en la posada del Nacimiento (la última data del siglo XVI, hoy en ruinas), al pie del agua y del Camino Real de Granada a Iznalloz y los Montes Orientales. Pero, sobre todo, Deifontes fue muy querido por las gentes como de lugar de recreo, fiestas, festejos, reuniones, procesiones, celebraciones, comidas, baños, pesca y, desde luego, meditación. La combinación de los nacimientos de aguas, de la acogedora y fresca arboleda (con enormes sauces, álamos, olmos, mimbres, plátanos, etc.) y de una palpitante vida fue siempre un potente imán para el hombre, que durante mucho tiempo tuvo como casi único medio de recreo pasar los festivos y domingos en el Nacimiento. Fue un “Olimpo del Agua” y uno de los “Paisajes del Agua” más sobresalientes de Andalucía (se vinculan dos vídeos sobre ello).
Recorriendo hoy el lugar, descubrimos algunos de los profundos cambios acaecidos en las últimas décadas. Llaman poderosamente la atención horribles restos de hierros, válvulas y tubos, testigos mudos de un episodio en el que se pretendió regular directamente el manantial mediante varios sondeos, sin decoro, ni disimulo alguno hacia un recinto tan especial y bello. Estos restos oxidados se han convertido, sin quererlo, en un soberbio monumento a la insensatez e insensibilidad humanas hacia el agua, que nos recuerdan que aquella batalla la ganó (en 1982) la ciudadanía, haciendo buena, una vez más, esa máxima a la que tanta fe le tenemos en “Conoce tus Fuentes”, que dice: “Conocer para amar/ amar para conservar”. De todas formas, que nadie se llame a engaño, las aguas le vienen siendo detraídas al manantial a mayor distancia mediante sondeos, como por otra parte es lógico dentro de las prácticas de regulación habituales de los sistemas acuíferos. Las fotos de época y los datos de los hidrogramas de la década de los 60 del siglo pasado indican claramente que las aguas ya no brotan con la fuerza, ni con el caudal de antaño. Tampoco habitan ya aquellas pozas los cangrejos autóctonos, que hacían las delicias de las cocinas del pueblo. Pero lo más llamativo es el acondicionamiento como parque del recinto y su vallado. No sé, veo loable el esfuerzo realizado, pero no me agrada ese cerramiento completo, que coarta el libre acceso hacia un espacio que siempre fue del Pueblo. Ya sé que se hizo con la mejor de las voluntades, con la finalidad de frenar (¡qué difícil!) esa plaga tan extendida hoy día que es el vandalismo, la suciedad y la falta del más mínimo respeto por el entorno. Una pena y una paradoja que la ciudadanía ganara la batalla al bombeo del manantial en los años 80, y ahora, en pleno siglo XXI, se haya visto obligada a doblar las rodillas ante la ignominia del vandalismo y la incultura (¿vamos hacia atrás?).
Pero la fuerza de la naturaleza sigue siendo magnífica. Aún hay cosas que permanecen inmutables. Todavía brotan musicales las aguas procedentes de la infiltración de las lluvias y de las nieves, esas que encanecen en los inviernos la cadena montañosa de Sierra Arana. Nacimientos que siguen, como hace milenios, dando lugar a un oasis de agua, de vida y de frescor. Al pasear por este olimpo de los dioses, que ha sido solaz y admiración de los hombres de todos los tiempos, entre la alegre melodía del agua y el dulce canto de los pájaros que habitan en la ribera del agua, me recorre el cuerpo un escalofrío, la sensación de estar ante un sitio privilegiado, único y mágico (¿será cosa de los dioses?).
Me despido de ese remanso de agua y paz (hoy miércoles no había nadie) con el deseo de que sepamos seguir apreciando y conservando estas excepcionales identidades físicas (y espirituales) del agua para asombro y disfrute de las generaciones venideras.
Nuevamente me quedo muy sorprendido por el trasfondo que siempre consigue Antonio. A parte de las problemáticas, es bueno pararse a pensar cómo ocurren y la importancia que le damos a las cosas. Espero que hayáis disfrutado de este post y valoréis mejor cuánto importa el agua en nuestras vidas. ¡Un fuerte abrazo!
Entrada completa y mucho más joyas en la web de Paisajes del Agua
Muy buenas!! Hoy es viernes y reposteamos desde Proyecto Sierra de Baza! Hoy hemos querido acercaros un post de las fichas técnicas de esta web, en esta ocasión sobre el castaño ¡Os animo a descubrir más de él y visitarlo!
Proyecto Sierra de Baza
Detalle de los frutos del castaño -rodedos por los característicos erizos protectores- y de sus hojas © José Ángel Rodríguez
El castaño común es un popular árbol de gran porte, perteneciente a la familia de las fagáceas (la misma que los robles y las hayas), que puede alcanzar los 25 a 30 metros de altura y un tronco de varios metros de diámetro, también vivir más de 500 años e, incluso, algunos excepcionales ejemplares superar los 1.000 años de vida.
Tanto el nombre común (castaño) como el nombre científico (Castanea), derivan del griego “katanon”, que a su vez se estima procede de la ciudad griega de Kastana, donde se cultivaba desde la antigüedad el castaño. De hecho podemos encontrar en la mitología griega alusiones al castaño y particularmente a su fruto. Así en las Bucólicas de Virgilio, se relata como Amarílide, una de las ninfas pastoriles, ya degustaba y apreciaba las castañas.
El castaño común es una especie arborea muy bien extendida por toda la zona templada del Hemisferio Norte, pero al necesitar un apreciable grado de humedad (más de 600 mm3 de precipitación anual) y exigencia de algunas lluvias en verano, está muy limitada su presencia a lugares idóneos para su vida, lo que motiva que en la España mediterránea se localice tan solo en zonas montañosas, y tampoco en todas ellas, sino tan solo en las que registran precipitaciones medias superiores a las necesarias para su desarrollo. Por el contrario en la región eurosiberiana, del norte peninsular o Galicia, puede llegar al nivel del mar.
Las hojas, que tienen de 3-5 centímetros de longitud, son caducas y aparecen en disposición alterna. Son simples, ovales o romboidales, de 3 a 5 lóbulos profundos, enteros o dentados, pubescentes en la base, de color verde reluciente por el haz, grisáceas y tomentosas por el envés, al tender a depilarse de forma natural por el haz.
Las hojas del castaño son grandes, de 3 a 5 cm. de anchura y de 10 a 20 cm. de longitud, simples, caducas, con pecíolo largo de las ramas, de forma lanceolada y borde fuertemente aserrado con dientes agudos que son prolongación de los nervios. Éstos aparecen en posición pinnada y más prominentes por la cara inferior. El color varía de tonalidad entre el haz y el envés, siendo el primero de color verde intenso, mientras que el segundo es de un color verde grisáceo.
Las flores del castaño común son poco vistosas, al ser una planta monoica, cuenta con flores unisexuales masculinas y femeninas separadas pero en el mismo pie. Las flores masculinas nacen en las axilas de las hojas en forma de largos amentos erectos de color amarillento, formados por grupos de flores que salen de una bráctea lateral, cada una está formada por un cáliz de 5 ó 6 piezas y numerosos estambres largos. Las flores femeninas aparecen situadas en la base de las inflorescencias masculinas en grupos de 3 a 5 dentro de un mismo involucro, de consistencia coriácea y espinosa (el erizo) y formadas por un cáliz de 5 a 8 lóbulos y varios estilos que sobresalen del mismo.
La floración se produce entre los meses de mayo junio, principalmente por el viento y por los insectos. Por eso el mayor o menor grado de polinización depende de las condiciones climáticas. Favorecen el proceso las temperaturas cálidas y lo dificulta el exceso de humedad que disminuye el área de dispersión debido al aumento de peso del polen y la menor actividad de los insectos en esas condiciones, por lo que se dice que una primavera soleada y un verano húmedo dan buenas castañas.
El fruto, llamado popularmente castaña, es la parte más popular y conocida del árbol, es comestible, muy sabroso y con altas propiedades nutritivas, consumiéndose crudas o asadas, siendo un importante recurso alimenticio en muchas comunidades rurales. Es muy característico el erizo, que es una envoltura pinchosa, con espinas largas, que protege la castaña. Según el número de castañas que hay dentro del erizo y el tamaño de éste, son más o menos globosas o aplanadas y más o menos grandes. Normalmente, dentro del erizo, siempre hay una castaña de tamaño grande y otras dos más pequeñas, pero pueden darse otros casos. Lo normal es que la castaña sea de pequeño tamaño en los llamados árboles bravos, destinados a madera, y más grandes en los árboles de fruta. Las castañas se producen solo en los brotes del año situados en la parte terminal de las ramas y alcanzan la maduración a mediados del otoño, en torno al mes de noviembre. El color de las castañas, aunque difiere de unas variedades a otras, es pardo rojizo brillante. Contienen una sola semilla rodeada de una cubierta de color pardo-amarillento.
La madera del castaño tiene mala combustión y por el contrario es muy apreciada en carpintería, al ser muy dura y resistente, también soporta muy bien el agua, por lo que es utilizada en los casos en que tiene que permanecer sumergida, también para la construcción de barriles y toneles.
Las hojas del castaño, también han sido aprovechadas desde la antigüedad y se han aprovechado tanto para la alimentación animal como en medicina popular, al apreciarse sus efectos astringentes, para lo que se aplicaban las hojas machacas con un mortero en las heridas o zonas que habían recibido un golpe para facilitar la cicatrización, evitar o rebajar las zona inflamadas o afectadas por la contusión.
En el Parque Natural Sierra de Baza el castaño común es poco corriente, teniendo localizadas nosotros tres zonas en que está presente este árbol: en las inmediaciones de la aldea de Los Mellizos, junto al arroyo Bodurria, donde se localiza un centenario ejemplar de unos 400 años de edad; en las proximidades del Encinar de Carrasquilla; y, en la zona del Encinar del Carrascalillo, en las proximidades del acueducto del Molino de Tablas, donde también hay otro castaño centenario.
De nuevo Proyecto Sierra de Baza nos trae aspectos culturales y ambientales muy importantes. Esperamos que os haya sido de interés y os guste la entrada. Y recordad que cualquier ayuda y colaboración es bienvenida, apoyar esta causa es de vital importancia para conservar la salud de este espectacular espacio protegido. Un saludo!