Saturday Video-GeA 10.01.15
SaturdayVideoGeA os trae hoy ‘El pulmón de Granada: la Vega‘ vía educaciontv de Canal Sur:
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Muy buenas de nuevo! Hoy es miércoles de Nochebuena, víspera de Navidad! Queremos desearos mucha paz y felicidad con vuestros seres queridos y recuperar para vuestro disfrute una bellísima entrada que reposteamos desde Paisajes del Agua sobre el río Cacín. Como sabéis, los escritos de Antonio Castillo son especialmente emotivos, experiencias de vida. Espero que disfrutéis tanto como yo de ella ya que se trata de un río emblemático y especialmente bello. Un abrazo a todos!

Río Cacín aguas abajo del embalse de los Bermejales
Escrito por Antonio Castillo Matín
El río Cacín (Granada) atesora un desfiladero sorprendente y bellísimo, hundido en el paisaje aguas abajo de la presa de los Bermejales. En ese sector, el río excavó las areniscas marinas del Mioceno de la depresión de Granada. Las mismas rocas en que están tallados otros cañones fluviales de Granada, como los de los ríos Genil, Aguas Blancas o Alhama de Granada, por citar algunos de ellos. En el río Cacín, el cañón es practicable para el senderismo (con algunas dificultades), lo que no es frecuente que ocurra. El trabajo de acondicionamiento de su senda (con puentes y cuerdas de apoyo) fue llevado a cabo hace poco tiempo, según tengo entendido, por una escuela taller de la zona, actuación absolutamente encomiable.
A pie de agua, sepultados por verticales farallones de piedra, son muchos los rincones, recodos y paisajes que con seguridad despertarán admiración y sorpresa. Este de la foto es uno de mis preferidos, el elegido para extender el mantelillo y echar la merienda cuando paso por allí, generalmente acompañado de buenos amigos.
¡Qué placer ese de compartir Naturaleza y Amistad!, y si es junto a unas buenas viandas y un buen tintorro, mucho mejor. El sitio se encuentra en el último tramo del cañón, cerca del conocido como “Puente Romano”. En esa parte del río (y durante un buen tramo), la vereda discurre por techos de estratos de arenisca lamidos por el agua, erosionados en V gracias a la menor cohesión y resistencia de niveles ínterestratificados intermedios.
El abrigo rocoso, los bermejos tajos fronteros, acentuados con las cálidas luces del atardecer, las oscuras y misteriosas aguas del río a esas horas que preceden a la noche, y una densa vegetación de ribera, todo ello lejos de caminos y bullicios, invitan a la contemplación, el descanso y la reflexión. De forma circunstancial, el tronco varado en el agua de un viejo árbol traslada nuestro pensamiento hacia lo efímero que es la vida.
Personalmente disfruto mucho de las experiencias y recomendaciones de Antonio y espero poder transmitiros estos momentos y que, si os parece bien, vosotros hagáis lo mismo. Un abrazo fuerte y Feliz Navidad!
Entrada completa y mucho más joyas en la web de Paisajes del Agua
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Muy buenas! Volvemos de nuevo un miércoles más a postear desde la web de Paisajes del Agua de nuestro amigo y compañero Antonio Castillo.
En esta ocasión, os traemos un post de agosto que nos cuenta cosas muy interesantes y entretenidas sobre la Laguna Hondera de Sierra Nevada, probablemente una de las más hermosas y mágicas de nuestra sierra. Os dejo con ella, un abrazo!

‘Amanecer en Laguna Hondera’, acuarela de Rocío Espín de laguna de Sierra Nevada
Las lagunas de Sierra Nevada, las más meridionales y altas de Europa, son una de mis debilidades paisajísticas, a las que tantas veces he ido solo y con amigos. A ellas tengo dedicados dos libros, Lagunas de Sierra Nevada (2009) y Sierra Nevada, sus lagunas más bellas (2013). No sé, veo en ellas, no sólo la humilde y callada belleza de sus azules aguas, rodeadas de verdes praderas, sino también el sosiego, la paz, el oasis, el destino querido y reparador de cualquier transeúnte de esa alta montaña. En la inmensidad de lomas y valles de desnudas, oscuras y ardientes pizarras en el estío, se nos presentan de vez en cuando, escondidas en sus cubetas, como auténticos espejismos, como reliquias anacrónicas de un glaciarismo fósil. Antes que yo, muchos otros sintieron ese mismo flechazo. Ángel Casas fue uno de ellos, quién en su libro Estampas de Sierra Nevada (1943) hizo una descripción poética de esta montaña, de la que dejó prosas de gran lirismo hacia sus lagunas, como muestra de su predilección por esas joyas de la montaña.
¡Las lagunas!
Sepulcros de cristal de los glaciares cuaternarios.
Maravillas de la Sierra.
Encanto de los ojos
Pues bien, inicio este “coleccionable” sobre las lagunas más bellas de Sierra Nevada (video de Andrés Castillo) con Laguna Hondera. Y qué mejor tarjeta de presentación para ella que una acuarela de Rocío Espín, con el encuadre que ella eligió personalmente para hacerme ese regalo tan especial, que ahora muestro por primera vez a través de este blog a lectores y amigos.
Laguna Hondera es la más baja (de ahí su nombre, y no por la profundidad de sus aguas) de la Cañada de Siete Lagunas, abierta en la cara sur del macizo, entre los colosos del Mulhacén (3.479 m, la máxima cota de la Península Ibérica) y la Alcazaba. Recuerdo que Siete Lagunas fue durante mi infancia un nombre mágico oído de vez en cuando a mis mayores, la evocación de un sitio fantástico de la alta montaña al que alguna vez en la vida había que ir. Con el paso del tiempo fui y la magia del lugar no me defraudó nunca. Allí me encontré un espacioso valle glaciar en el que se suceden en escalera hasta nueve láminas de agua (aunque siete son las principales, las que dan nombre al lugar). De diferentes tamaños y temporalidades, son modestas, pero muy altivas, como son las lagunas de Sierra Nevada. Nada que ver, por supuesto, con los grandes lagos alpinos o pirenaicos, bellísimos, majestuosos, señoriales.
Nuestra laguna se asienta en una plataforma de abrasión, colgada sobre el mismo borde del cortado de las Trancadas de Siete Lagunas y de Chorreras Negras, de donde sale el río de Culo Perro, afluente del alpujarreño río Trevélez. Grande, espaciosa, generosa en arroyos y nacimientos, esta laguna se adorna a su alrededor con una extensa y mullida alfombra verde. Son los borreguiles, praderas encharcadas que los del terreno llaman así porque en ellas se concentraban antiguamente las borregas a principios del verano (algo parecido al topónimo de los cervunales en los Alpes).
Muchas son las cosas que se podrían contar de esta laguna, de su entorno, de sus historias…. Pero quizás lo mejor sea visitarla en primavera o verano. Si se hace noche en ella, el amanecer será una oportunidad única, un regalo que no hay que desaprovechar. Con la alborada, el espejo de las aguas se va iluminando, aguas alegres que se funden en el horizonte con el abismo oscuro y tenebroso de profundos barrancos, aún sumidos en las tinieblas. Mientras, en la lejanía, entre vaporosas brumas, emerge el cálido Mediterráneo, que despierta como un enorme lago anaranjado bañado por los primeros rayos del sol. Aunque el día se presume calimoso y ardiente por los bajos, un frío severo y seco nos recuerda que rozamos los casi 3.000 metros de altitud.

Entrada completa y mucho más joyas en la web de Paisajes del Agua
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Buenas de nuevo!! Volvemos con un nuevo re-post desde el blog de Paisajes del Agua de Antonio Castillo! En esta ocasión nos habla de como trascurre el otoño en uno de los paisajes de montaña más hermosos de la provincia, ¿te atreves a descubrir cuál es?

Otoño en el río de la Ermita, aguas abajo del Despeñadero
El río de la Ermita tiene muchas cosas interesantes que mostrar. En su cabecera se halla el arroyo del collado del Agua y el manantial de Fuente Grande (de Prado Negro, que con ese nombre tan común es necesario poner apellido), donde brotan aguas frías y puras de las calizas de Sierra Arana. Aguas viajeras, cuyos derechos de propiedad, desde siglos, permitieron su transporte por canal a varias decenas de kilómetros de distancia. A tal efecto, en el mismo nacimiento de Fuente Grande tiene su embocadura la conocida como acequia del Fardes, una obra monumental que llevaba el líquido elemento hasta las puertas de la ciudad de Granada. Un primitivo trasvase de cuencas desde la del Guadiana Menor a la del Genil. Hoy, la acequia no cumple su inicial función por su importante deterioro y por el escaso caudal del manantial, si bien sirve como privilegiada plataforma para un sendero de montañeros y visitantes del Parque Natural de la Sierra de Huétor, donde se localiza este coqueto valle.
La cabecera de la cuenca es abundante en nacimientos, que responden al drenaje de varias “escamas” calizas superpuestas, las cuales se dejan ver en el paisaje como esbeltas muelas y altos farallones, una de las señas de identidad más genuinas de este valle. Son las escamas que los geólogos dieron en llamar las de Despeñadero-Cañamaya. Precisamente, el topónimo del Despeñadero alude a una de esas escamas, otro de los rincones interesantes que conviene visitar, un alto cortado en trancos o escalera por donde se precipitan las aguas nacientes para dar lugar a vistosas cascadas tapizadas de travertinos y viejos musgos. Y, a partir de ahí, transcurre ya un humilde río de apenas 5 kilómetros de longitud (una vida demasiado efímera para un cauce tan bello) hasta fundirse con el río Fardes. En esa confluencia se levantó en tiempos remotos una venta carretera muy conocida, la del Molinillo, por donde después pasaría la carretera nacional de Granada a Murcia y Almería, que más tarde sería abandonada por al autovía (la A-92) que sorprendentemente se trazó por la umbría, la margen contraria. Durante mucho tiempo, la venta fue lugar de parada obligada para degustar jamón, vino y un excelente pan casero. En su añeja barra se acodaban para contar sus lances los pescadores que acudían en busca de las bravas truchas comunes del río. El lugar fue elegido también por el famoso curandero Manuel para alzar allí su choza. Hoy, estos ríos del Fardes y de la Ermita, igual que la venta y la choza, son un espejismo, casi una ruina, de su glorioso pasado.
Pero, dejando atrás estas nostalgias del pasado y si bien la abundancia de caudales no acompaña, el paisaje de este valle sigue siendo realmente sobresaliente. La policromía de su bosque de galería le brindan una rica paleta de colores en otoño. Son entonces muchos los devotos que acudimos allí a empaparnos de sus abigarradas coloraciones, dorados-oro de alamedas y choperas, rojos de espinos, rosales, majuelos y majoletos, anaranjados de cornicabras o rojizos de quejigos. Paleta salpicada con otros amarillos y dorados de fresnos, olmos y sauces, o de árboles de fruto de sus abandonadas vegas, como membrillos, higueras y manzanos. Y todo aderezado con verdes de diferentes tonos, desde los vivos de los pinos hasta los apagados de las viejas encinas, que dominan su bosque, típicamente mediterráneo. Y en las terrazas y vegas del arroyo, alfombras de hojas muertas y otro mundo de color y diversidad, el de las setas, que también tienen su legión de devotos y seguidores.

Sí, este valle de la Ermita es toda una delicia de luces, colores y olores en el otoño, al que es muy recomendable rendirle, al menos, esta visita anual.
Dejo para otra ocasión hablar de las causas de sus cada vez más raquíticas corrientes, en las que antaño nadaban valientes truchas comunes y habitaba el cangrejo de río autóctono.
Es sin duda un paisajes digno de visita y Antonio vuelve una vez más a acercarnos a un lugar de en sueño de una forma sencilla y agradable. Os agradecemos el seguimiento y como siempre, ¡os pedimos que difundáis!

Visita el post orignial y mucho igual de interesantes en Paisajesdelagua.es
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